Dios nos muestra el gran prodigio de su Amor para con nosotros; en la institución del adorable Sacramento de la Ecuaristía es donde su Omnipotencia, su Gracia y su Bondad brillan en la manera más extraordinaria y nos muestra los grandes provechos que de éste podemos obtener.
Con toda verdad podemos decir que éste es el Pan bajado del Cielo, el Pan de los Ángeles, que recibimos como alimento de nuestras almas. Es el Pan de los fuertes que nos consuela y suaviza nuestras penas. Éste es el pan de los caminantes, o mejor dicho es la llave que nos abre las puertas del Cielo.