Momento breve el de la muerte, pero muy decisivo, después del cual ni el pecador puede ya esperar misericordia, ni el justo hacer nuevos méritos. Momento terrible, aunque breve, el cual, sin embargo, lo decide todo por una eternidad.
Imitemos a los Santos, que hacían de este pensamiento su principal ocupación, dejemos a un lado lo que con el tiempo perece, olvidemos un poco el mundo, sus riquezas y sus placeres, para ocuparnos en aquel terrible momento y de lo que es permanente y eterno.