Su vida nos manifiesta lo que es la fe católica vivida en plenitud hasta las últimas consecuencias. Ella fue una imagen viviente del Evangelio y de Cristo, de quien recibió los estigmas. Tuvo además otros dones extraordinarios como la inedia (vivir sin comer), el éxtasis, la levitación, la profecía, el conocimiento sobrenatural de los corazones, la bilocación, la hierognosis (saber distinguir si objetos o reliquias son sagradas, benditas o no). Una peculiaridad suya también fue el vivir en permanente diálogo con su Ángel Custodio. Este tema se trata en la segunda parte del presente libro, las experiencias que tuvo con su Ángel de la Guarda. Ojalá que el conocimiento de su vida pueda estimular a cuantos lean este librito a seguir sus pasos en el camino hacia la santidad y a tener muy presente la importancia del Ángel Custodio en nuestras vidas.