Suponga que un amigo suyo, Miguel Juan, aragonés, ha sufrido un desgraciado accidente. Ingresado en el Hospital de Nuestra Señora de Zaragoza, proceden como último recurso, a amputarle la pierna derecha. A los dos años, tras pedir a la Virgen cada noche su curación, amanece un día sobre su cama con las dos piernas. El muñón había desaparecido, los huesos se habían unido, los músculos y tendones, también, y la sangre vuelve a correr por las venas cortadas y cicatrizadas más de dos años antes. Los fedatarios públicos toman cartas en el asunto e incluso el Tribunal Supremo tras una exhaustiva investigación, determinan la verdad: Su amigo ha recuperado la misma pierna que le fue amputada dos años y cinco meses antes en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia en Zaragoza. El suceso no puede explicarse por causas naturales y no hay más pista que vincularlo a la intercesión de la Virgen del Pilar. ¿Qué pregunta se haría usted?...