Ante la difusión de la Cultura de la Muerte y sus retorcidas doctrinas y degradantes hechos, que imperceptible pero eficazmente van impregnando las mentes, las costumbres y las estructuras sociales, es necesario que las personas reciban una oportuna información, tengan acceso a una sólida formación en el esplendor de la verdad del Evangelio de la Vida y ahonden en la doctrina cristiana sobre la vida, la sexualidad, el amor, el matrimonio y la familia.