Santa Ana tuvo una fe viva y creyó en todos los misterios Divinos. Ella fue escogida por Dios para ser madre de la Santísima Virgen María, creyó en la revelación de un ángel de parte de Dios en la que le anunciaba una promesa que parecía imposible de cumplirse: el nacimiento de una hija de sus entrañas después de muchos años de esterilidad.