La dignidad de San Miguel es tan grande, que después de la Virgen María, es la más próxima a la Santísima Trinidad. En él resplandece el poder del Padre; está lleno de la sabiduría del Hijo, pues es doctor y maestro de los ángeles; el Espíritu Santo le comunica su bondad, para ser benefactor y abogado de los hombres. En las tentaciones invoquémosle a él, diciéndole: "San Miguel Arcángel, defiéndeme en los combates".