La adhesión al Corazón de Cristo, a sus planes y a sus dolores es, sencillamente, la práctica esencial de la Religión de Jesús, para los espíritus más nobles y juveniles. Después de todo, el mensaje íntegro del Evangelio, del Cristianismo, no es más que eso: que Dios es nuestro Padre; que nuestro Hermano Cristo viene a ganarnos otra vez para Dios; y que los hombres nos hemos de ayudar generosamente para injertarnos en Cristo y volver al Padre.
El Corazón de Cristo que no envejece espera a los que van a llegar a él, capaces de enamorarse hasta la locura y darlo todo por amor.