Ser mejor… es, más que un sueño, la necesidad de todos y cada uno. El medio para lograrlo es el más sencillo, basta dejar a cada uno ser dueño de sí mismo. Y el primero que debe ser dueño de uno mismo es Dios. Hay quienes creen que pueden prescindir de Dios, pero es preciso aproximarse a Él, para que a fuerza de sacrificios, de virtudes, de oración y de confianza obtengamos su Misericordia.
Este libro viene a decirnos: “Haceos buenos uno por otro, agrupaos luego para haceros colectivamente mejores”. Toda alma en la que Dios habita deja de ser débil.