Lo que debe enseñarse para transformar esencialmente los espíritus es la Palabra divina, la cual nos capacita para conocer a Dios y tener Vida Eterna. Cada nueva noción sobre Dios que descubrimos en la Sagrada Escritura, nos perfecciona en la espiritualidad, acrecienta nuestro conocimiento de Dios y aumenta nuestra devoción al Padre. Esta devoción al Padre fue la de Jesús y debe volverse nuestra si queremos ser sus discípulos.