Solo el Espíritu Santo es capaz de sostener a los contemplativos en la soledad, el silencio y la vida penitente, de fortalecer a los confesores para testimoniar la verdad de Cristo, de asistir a los Sacerdotes, padres de familia o Religiosos para que en situaciones, a veces habituales, sumamente difíciles o en momentos de prueba, mantengan un testimonio heroico de abnegación, fidelidad y caridad. Todos queremos que en nosotros actúen plenamente los dones del Espíritu Santo. Pero ¿cómo podríamos adquirirlos? El conocimiento del Espíritu Santo y ciertas disposiciones receptivas del alma nos pueden preparar a recibirlo para que nuestro caminar a la Vida Eterna sea guiado por obra del Espíritu Santo.
Estas páginas quieren ser un homenaje a aquellos grandes maestros de la escuela dominicana que más han brillado en la doctrina de los dones del Espíritu Santo.