La obra lleva a las almas a los sublimes ejemplos de María y las enseña a reflexionar sobre ellos –atravesando el orden lógico de los pasos principales de la vida de la Virgen– para que imiten y vivan sus virtudes: la humildad, la fe, la esperanza, la caridad, la pureza, la mansedumbre, la modestia, la fortaleza, la dulzura, la paciencia, etc.
El P. Ildefonso fue «loco enamorado de la Santísima Virgen». El conocimiento de Ella así como sus tratados los tenía tan asimilados, que hacía vivirlos en sus escritos y palabras. Su amor a la Santísima Virgen era natural, sencillo, pero «intenso», siempre dispuesto a que las almas que a él acudían en busca de orientación para su vida de perfección encontraran en la Virgen el «modelo ideal» para ayudarlas más fácilmente.