Tú, que poco a poco te has alejado de Dios y que crees haber alcanzado un punto sin retorno; tú, que crees haber ido demasiado lejos para tener todavía derecho a la intimidad con Dios; tú, que te has dejado ganar por el desaliento; tú, que te acusas a ti mismo: no olvides que el Corazón abierto de Jesús es más grande que tu propio corazón, y su fidelidad más grande que nuestras traiciones. Y que Él te propone hoy un milagro de Amor: su extrema Misericordia. No es demasiado tarde: con un beso, Él te llama de vuelta.