Desde los tiempos más remotos, San Judas Tadeo fue invocado en los casos difíciles, y la experiencia confirmó el poder de su intercesión en las circunstancias, en que, habiéndose agotado todos los medios, las causas parecían desesperadas, como por ejemplo en las enfermedades, los conflictos más difíciles, incluso en los temores, las penas, las calumnias, la pobreza, la miseria y en las ocasiones en que toda esperanza humana parecía perdida.