Dom Columba Marmion se distinguió en la vida religiosa por una constante fidelidad a la gracia, una intensa piedad y una admirable solicitud por adquirir la perfecta obediencia. Este apóstol lleno de celo, divulga con largueza su palabra tanto entre sus hermanos como en el exterior: en Bélgica, en Francia, en Irlanda y en Inglaterra. Para toda una generación de católicos, sacerdotes, religiosos y laicos, Dom Columba ha sido un maestro de la vida espiritual.