Meditando y contemplando las escenas de los misterios de la Pasión de Cristo, dejamos entrar la Misericordia de Dios en nuestra vida. Entonces nuestro sufrimiento y nuestra muerte serán abiertos y ofrecidos a Aquél que es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6). No olvidemos nunca, al iniciar el Camino de la Cruz, que la finalidad, la meta, es la resurrección. La Cruz es el paso; es el último despojo antes de la Victoria.
Extracto del folleto “El Camino de la Cruz”:
Segunda Estación
Jesús carga la Cruz
G. Te adoramos, o Cristo y bendecimos
T. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Hijo mío, dame tu inocencia perdida, todas tus heridas y tus llagas del pasado y del presente. Dame tu soledad y tu dolor. Dame tu pureza perdida, tus anhelos rotos, tus sueños quebrantados. Dame tus cruces y Yo mismo llevaré con alegría tus cargas.
Gracias por cuantas veces cargaste la cruz con ánimo. A pesar de tu debilidad, lo hiciste por almas que amo. Sanaré las heridas de tu pasado y de tu presente. Te devolveré la inocencia y la pureza. Pondré en tu corazón una nueva esperanza, y volverás a nacer en el amor, la luz y la hermosura. Tu inocencia resucita en mi Resurrección.
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