La comunicación frecuente y la relación familiar del Santo estigmatizado con su Ángel de la Guarda.
Su Ángel Custodio le comunicaba los pecados de sus penitentes, le traducía cartas, lo llevaba a veces en bilocación a otros lugares y le hacía multitud de servicios, cuando estaba enfermo. Era, ciertamente, un verdadero amigo que estaba siempre a su lado para ayudarlo.
El Padre Pío decía en una carta a una de sus hijas espirituales: “Cuánto consuela el saber que siempre estamos bajo la custodia de un espíritu celestial, que no nos abandona ni siquiera aunque demos un disgusto a Dios. ...¿De qué puede temer un alma que trata de amar a Jesús, teniendo siempre consigo tan insigne guerrero? ¿Acaso no fue él uno de aquellos que junto a San Miguel defendieron el honor de Dios contra Satanás y contra los espíritus rebeldes, a quienes arrojaron al Infierno?
Ten en cuenta que él es todavía poderoso contra Satanás y sus satélites. Su amor no ha disminuido, ni jamás disminuirá para defendernos. Toma la costumbre de pensar siempre en él. ¡Oh, si los hombres supieran comprender y apreciar este grandísimo don! ¡Dios, en un exceso de Amor nos ha asignado un espíritu celestial!”.
Número de páginas: 198
Dimensiones: 10,5 x 17 cm.
Peso: 4,69 oz. (132,9 gr.)
"Trabajamos para la gloria de Dios y la salvación de las almas"
Nuestra Fundación distribuye literatura cristiana de varias Editoriales Católicas de Hispanoamérica, pero de una manera particular, difunde su propio fondo editorial, en el que constan las grandes obras de Espiritualidad Cristiana.
"San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén."