“La bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano.” (Ineffabilis Deus, Constitución Apostólica del Papa Pio IX sobre el dogma de la Inmaculada Concepción).