Después de haber leído la vida del Santo Cura de Ars, hemos podido constatar que él creía firmemente en las Verdades fundamentales de nuestra fe. Era un Sacerdote que vivía la fe católica. Era una imagen viviente de nuestra fe. Él hablaba por experiencia. Conocía bien al demonio y sabía de la gravedad del pecado mortal. Hablaba del Infierno, porque creía firmemente en él. Por eso, oraba tanto y se sacrificaba con tantas horas de confesionario para salvar a las almas del pecado y del Infierno eterno... Tenía muy claro la oposición entre Dios y el diablo, la fe y la incredulidad, el amor y el pecado, entre la Luz y las tinieblas. Por ello luchó con todas sus fuerzas contra los vicios y los pecados que llevan a la infelicidad en este mundo y para toda la Eternidad. El Santo Cura de Ars nos dice con su vida que no basta con ser buenos, que debemos ser santos y preocuparnos de la Salvación de los demás, especialmente de nuestros seres queridos y de quienes viven más cerca de nosotros.