Santificarás las fiestas. El culto y la reverencia que le debemos a Dios. Este Mandamiento es el último de los que pertenecen al honor de Dios, del cual fue tan celoso como hemos visto Cristo nuestro Redentor y Maestro, guardando las fiestas y honrando a su Padre con tanta puntualidad en esta como en las demás virtudes.
La Iglesia intenta que todo el día Domingo o de fiesta esté dedicado al culto de Dios y provecho del alma; solo para este culto manda por precepto el acto de oír Misa entera, porque en ella se encierran muchos Misterios con que Dios es honrado.
Dios para favorecernos con más especialidad escogió para Sí algunos días, dedicándolos a su culto, y los hizo días de fiesta, y estas nos manda que santifiquemos; y la Iglesia ha determinado que sea el Domingo, y otros, en que se celebran los principales Misterios de nuestra Fe, y las Festividades de Nuestra Señora, de los Apóstoles y otros Santos.
Debemos honrar y servir a Dios en lo exterior, como en lo interior; porque, como Dios es Espíritu, quiere ser reverenciado y servido con el espíritu, y, como nos dio también el cuerpo, quiere ser servido con el cuerpo; y en orden a esto mandó que hubiese ceremonias y sacrificios exteriores, con que le reverenciasen los hombres por Autor de la vida y de la muerte y Creador suyo, y que hubiese días señalados, uno y más a la semana, dedicados para su culto y adoración.
Acerca de la celebración de las fiestas Orígenes de Alejandría dice: se han de celebrar las fiestas, no con juegos y bailes, comidas y bebidas y profanidades gastándolas ociosamente en reuniones y murmuraciones, como celebran los gentiles las fiestas de sus falsos dioses; sino sacrificando nuestros apetitos desordenados, nuestras malas inclinaciones y toda la vida pasada, confesándose a los pies del Confesor y empezando una nueva vida.
Número de páginas: 118.
Dimensiones: 14 x 21 cm.
Peso: 4,41 oz. (125,1 gr.)
"Trabajamos para la gloria de Dios y la salvación de las almas"
Nuestra Fundación distribuye literatura cristiana de varias Editoriales Católicas de Hispanoamérica, pero de una manera particular, difunde su propio fondo editorial, en el que constan las grandes obras de Espiritualidad Cristiana.
"San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén."