Domingo fue un niño muy alegre, tranquilo, estudioso, obediente y piadoso, pero también de un coraje extraordinario. Llevado por su gran amor a la Virgen María, formó la Compañía de la Inmaculada Concepción. Demuestra que la fuerza de la juventud está en la confesión y en la Sagrada Comunión. Él sabía aprovechar bien sus Comuniones.