Ninguno está excluido del Amor de Dios. La Iglesia fielmente repite las palabras de la Escritura, enseñando que Dios les concede a todos los pecadores, incluso a los más porfiados y a aquellos que están cegados por sus pasiones, al menos una Gracia suficiente para su conversión. De hecho, la historia de la Iglesia da testimonio de grandes pecadores que, fortificados por la Gracia de Dios, cambiaron completamente su vida y llegaron a la cumbre de la santidad. Los nombres de San Pablo, Santa María Magdalena, San Agustín y otros más, sirven como ejemplos de tal verdad.
…Todos nosotros durante la vida recibimos innumerables Gracias eficaces, por las cuales obramos bien y hacemos actos positivos. Estos actos, realizados bajo la influencia de la Gracia, merecen una recompensa sobrenatural y nos acercan al Señor. Sin duda, la Gracia eficaz no le quita al hombre su libre albedrío, pero, por mucho que induzca al hombre a actuar, le deja su plena libertad. Así, en todo acto bueno, como leer un buen libro, rezar, visitar a los enfermos, perdonar a los enemigos, etc., dos factores están siempre presentes: por un lado la Gracia de Dios, y por otro, la cooperación del hombre con la Gracia.
Nuestra fidelidad a la Gracia, hace que para nosotros se aumente la Gracia Santificante y actual. Realmente nosotros recibimos “Gracia sobre Gracia” (Juan 1, 16), e incrementando su flujo, Dios vislumbra nuestra fidelidad y humildad y, en su infinita Misericordia, nos concede la Gracia final de la perseverancia que asegura nuestra salvación. No todas las Gracias son eficaces. La enseñanza de la Iglesia y la experiencia personal, pueden hacer que el hombre pueda, y efectivamente a veces lo hace, rechazar la Gracia de Dios. Si él mostrara más gratitud y generosidad, respondiendo al llamado de Dios haría un acto de valor sobrenatural. Así Dios no se dejaría vencer en generosidad y le concedería al hombre otras Gracias y si el hombre continuara correspondiendo a sus Gracias, su vida se encaminaría hacia el Cielo. Si en cambio continuamente rechaza las Gracias de Dios y persiste en el rechazo en cooperar con El, el curso de su vida corre hacia la condena.
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