Esta obra busca despertar a todos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo para no cerrar los corazones a los cauces y a la fuerza de la Misericordia Divina. Se trata de que juntos, sacerdotes y fieles, podamos llevar adelante una verdadera pastoral cimentada en la misericordia de Dios, que mire a que los sacerdotes entiendan que "donde hay un confesor disponible, antes o después llega un penitente; y donde persevera, incluso de manera obstinada, la disponibilidad del confesor, ¡llegarán muchos penitentes!” (Sagrada Congregación para el Clero, 2011 pág. 1).
Nuestras palabras influyen sobre nosotros mismos, pero de manera especial, sobre las personas a quienes van dirigidas. Tus palabras pueden fortalecer o destruir. Tus palabras pueden levantar o hundir. Tus palabras pueden animar o deprimir. Tus palabras pueden convertir a quienes te escuchan en saludables o enfermos.
La Biblia enfatiza que la lengua es parecida al timón de un barco, pequeña pero con un tremendo poder (Santiago 3, 4 y 5).
Dios nos regaló el don del habla para que bendigamos todo y a todos.
Muchas veces en nuestra vida caminamos, y simplemente caminamos, sin saber a dónde vamos, qué queremos, qué es lo verdaderamente importante. A veces tardamos mucho tiempo en reconocer nuestras prioridades en la vida, cada cosa en ella está hecha a la perfección para ser utilizada de la mejor manera, pero caminamos con una especie de venda en nuestros ojos, no distinguimos la verdadera gama de colores que tiene el arco iris.
Este Viacrucis nos lleva por un camino hacia la sanidad interior. Con la ayuda de las oraciones de cada estación no solamente tomaremos conciencia de las experiencias de rechazo, sufrimiento y pecado que nos han dejado emocionalmente afectados sino que encontraremos también, a través de las Palabras de Jesucristo, la restauración y el ungüento de su Espíritu que sana nuestras heridas.