En la época en que San Pedro y San Pablo llegaron a Roma, empujados por el Espíritu Santo, para la evangelización. Roma imponía sus Leyes, sus costumbres, su civilización. Nerón decretó la primera persecución de los cristianos, ellos eran azotados, desgarrados por uñas de acero, metidos en aceite hirviendo, quemados a fuego lento. En este marco histórico nació el mártir San Sebastián en el siglo III, en Narbona al Sur de Francia.