Al día siguiente, tenía un partido de fútbol con sus amigos. Hay que mencionar que Jakov es un apasionado del fútbol. Se preparó, corrió hacia la cancha, y de repente se dio cuenta de que se había olvidado de rezar por el camino. ¡En realidad ni pensaba rezar, pues se concentraba en el partido de fútbol y en la alegría que lo esperaba! Pero como ama enormemente a la Santísima Virgen, se detuvo y le rezó un “Avemaría” a toda velocidad antes de alcanzar a los jugadores.
Por la noche, durante la aparición, la Virgen le dijo: “Te agradezco, Jakov, por la oración que me ofreciste, aunque la rezaste muy rápidamente”. Después le mostró una escena en China, un país muy extraño para él. Jakov vio una casa y, en una de las habitaciones, una cama. Sobre ella yacía un hombre inanimado. La Virgen le dijo: “¿Ves a este hombre, Jakov? Está muerto. Era un hombre muy malo e iba a caer en el Infierno. Pero gracias a tu oración, he podido concederle una Gracia especial y se ha arrepentido de sus faltas en el último momento; y por ello se salvó”.
Inútil precisar que Jakov quedó profundamente conmovido por esta experiencia. ¡Una sencilla oración hace que un hombre cambie de rumbo para toda la eternidad! ¡Qué poder tiene la oración! Por otra parte, la Virgen María lo ha dicho: “Queridos hijos, si conocieran el valor de la menor de sus oraciones, ¡rezarían sin cesar!”.
Tomado de los relatos del libro: “La paz tendrá la última palabra”