Respuestas divinas a preguntas humanas. ¿Por qué tantos se preguntan, en su corazón “Qué le pasó a nuestro amor” y no encuentran respuesta? Esto es porque no se conoce la sabiduría revelada sobre la creación, la caída y la elevación del amor humano.
Muchas personas creen que nadie tiene que enseñarles a amar porque ya saben lo que es el amor. Cuando los seres humanos se asoman a la vida, sienten en ellos esos movimientos nuevos y desconocidos de la atracción de los unos por los otros, y ya piensan que basta dejarse llevar por esos impulsos para amar. La gente, comúnmente, cree que sabe amar, que no necesita que nadie le enseñe a amar. Después, cuando empiezan a tener problemas, van unos a tirarse las cartas con brujos y adivinos, y otros, a los consultores matrimoniales o a los psicólogos; y se cuestionan: ¿Qué nos está pasando? ¡Había comenzado todo tan bien, y de pronto parece que todo se deteriora!
Este no saber amar no sólo es un mal de cada individuo aislado, sino también de la sociedad humana. El Creador —desde las Sagradas Escrituras que contienen la revelación de su divina Sabiduría— nos dice que es Él quien nos tiene que enseñar a amar. Saber amar es una sabiduría que se recibe por Gracia. Es un regalo de Dios, un don. Es algo que se recibe y, al mismo tiempo, necesita ser sanado y salvado en el corazón de los hombres. Hay que estar preparado para recibirlo, ser dócil.
De ahí la necesidad de estas enseñanzas sobre el amor esponsal, el amor de los esposos: primero, el amor humano según el designio de Dios; luego, el amor humano caído y herido por el pecado original; después, cuáles fueron las consecuencias de esa caída en el varón y en la mujer, cuáles fueron las penas, las heridas que eso produjo en uno y otro; y por fin, cómo Dios ha querido sanar las consecuencias del pecado original.
Número de páginas: 200
Dimensiones: 12,5 x 19 cm.
Peso: 6,38 oz. (180,8 gr.)
"Trabajamos para la gloria de Dios y la salvación de las almas"
Nuestra Fundación distribuye literatura cristiana de varias Editoriales Católicas de Hispanoamérica, pero de una manera particular, difunde su propio fondo editorial, en el que constan las grandes obras de Espiritualidad Cristiana.
"San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén."