Pero de verdad sufrimos con el que sufre, si el sufrimiento del prójimo llega a ser, gracias a la virtud de una simpatía fraternal, nuestro propio sufrimiento. ¡Oh!, entonces no nos detendremos en el frenesí de la emoción, en una palabra, en una lágrima, sino iremos más lejos, y haremos para el que sufre todo lo que esté a nuestro alcance… Siempre se puede hacer algo, porque, aunque uno no puede dar todo, puede dar por lo menos algo, una parte de lo que sería necesario… Pensemos en ir frecuentemente al Amor Divino. Él es el Amigo más fiel, más afable, el Amigo que nunca traiciona. El Amor de Jesús por nosotros nunca disminuye, y si Él permite que suframos, es únicamente para purificar nuestras almas y apartarlas de la tierra, la que nos parece tan bella pero que, sin Él, es solamente un desierto. Él es el Médico lleno de ternura y de compasión, el cual nos devuelve nuestra fuerza. Nosotros somos tan débiles que, sin socorro de lo Alto, no podemos hacer absolutamente nada…
Esta obra tiene su origen en un ambiente de sufrimiento. Fue escrita por una religiosa que padeció duros sufrimientos a causa de una grave enfermedad. Provista de los permisos requeridos ella escribió, en gran parte en su cama, a menudo con fiebre, pero sostenida por la idea de así poder procurar tal vez algunos consuelos y luces a otras almas afligidas. Sus escritos han sido leídos con gran beneficio, primero por sus compañeros enfermos; luego fueron mecanografiados, revisados y puestos en forma. Se espera que esta obra siga haciendo mucho bien a muchas otras almas que sufren.
Número de páginas: 192
Dimensiones: 9 x 13,5 cm.
Peso: 3,14 oz. (89,1 gr.)
"Trabajamos para la gloria de Dios y la salvación de las almas"
Nuestra Fundación distribuye literatura cristiana de varias Editoriales Católicas de Hispanoamérica, pero de una manera particular, difunde su propio fondo editorial, en el que constan las grandes obras de Espiritualidad Cristiana.
"San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén."